Anecdotario diciembre 2022

No sé si a ustedes les pasa, pero las anécdotas laborales que recuerdo con mayor cariño son las que tuvieron lugar en mis primeros años como profesional.

Especialmente recuerdo la que me ocurrió trabajando en el sur de Gran Canaria, una oficina de farmacia de usuarios extranjeros, fundamentalmente. Allí estaba yo, recién salida del cascarón de la universidad y comenzando a ejercer una profesión con mucha ilusión y ganas de mostrar a la clientela que el farmacéutico es más que un dispensador de medicamentos, cuando entró en la farmacia una señora extranjera, alemana, mayor, caminando con cierta dificultad ayudándose de un bastón.

Mientras se acercaba al mostrador intercambiamos sonrisas de bienvenida y bien hallada. Esperé con paciencia y hasta cierta empatía “familiar” a que llegara donde yo estaba. Apoyó una de sus manos sobre el mostrador mientras con la otra seguía sosteniendo el bastón y, ya frente a frente, la buena señora dijo: “Diurex. Bite”.

Con la misma sonrisa con la que la recibí, incluso un poco más amplia al saber que podía ayudarla en su solicitud, puse sobre el cristal una caja de preservativos “Durex”.

“Nine, nine”, me gritaba la anciana en un tono que no sabía si era de sorprendida u ofendida. Yo, que no entendía su actitud, insistía: “¡Ya, ya, Durex!”. Y cuanto más repetía la señora en que “nine, nine”, más insistía yo en el “ya, ya”, hasta que comprendí que de lo que me hablaba era del antidepresivo Diurex.

 No sé si la señora contó la anécdota alguna vez. Yo, confieso que aún revivo el sentimiento de haber metido la pata hasta el fondo cada vez que la cuento.

Gelu Ruano.
Titular de la oficina de farmacia de Arnao (Telde).